Dos de mayo. Llueve.
Acabo de terminar mi tercer café del día. Siempre me dicen los mismo: "¿Como consigues dormir con semejante sobredosis de cafeina?". Siempre pense que el café solo afecta al sueño cuando uno se vuelve esclavo de su lista de pendientes. El sueño y yo solemos conciliarnos bien, fuí casi diezmesino, cuando estoy agusto en un lado me cuesta muchisimo moverme.
Me marche de mi anterior trabajo para centrarme en dos cosas: un trabajo que me gusta más y cerrar el tercero de mi lista de pendientes. Me voy dejando las puertas abiertas porque asi me lo he ganado y porque asi me lo han echo saber. Me marcho porque voy a trabajar al lado de una de las personas que más admiro, una de esas personas de las que uno aprende a cada minuto.
Llueve y me siento perdido como Bob grabando un anuncio imposible de whisky escoces en Tokio. Llueve y me siento como Charlotte observando la ciudad desde la ventana de aquel impersonal hotel. Llueve y me siento como Woody Allen haciendo de imposible chico malo recordando su infancia:
..... Y mis padres por fin se dan cuenta de que he sido secuestrado y se ponen en acción rápidamente. Alquilan mi habitación .
Ando un poco asustado. Sigue lloviendo en mayo. Quizas aquello fuese cierto y no hubo llovido suficiente agua en abril para secarnos.
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