lunes, diciembre 31, 2007

2007



Hablando en la escala humana en general y en UTC(+1) en particular, La Tierra, nuestro planeta, en tan solo tres horas y bajo la influencia de la malvada fuerza centrípeta, terminara de orbitar un año más alrededor del sol.

Antes que mis egoistas y más que justificadas ansias de ingerir más jamon que el resto de habitantes de mi hogar me conduzcan inevitablemente a no volver a levantarme de la mesa, he decidido escribir la ultima entrada de año. Tengo poco tiempo. Por lo que acabo de escuchar alguien encontro el cuchillo jamonero que misteriosamente andaba desaparecido. (Nota mental: debajo de mi almohada es el primer sitio donde miran, cambiar de escondite para dos mil ocho)

Ahora que el puñetero se termina, he de reconocer que acabe cogiendole cariño a dos mil siete. El del final de mi carrera. El del ultimatum de mis padres ("Dos años y te vas de casa"). El de mi ultimatum ("Un pleno en el euromillon, dejo el trabajo, os compro la casa y os vais vosotros"). El de mi oscuro mundo laboral.

Un año de Tiempo, de Distancia y sí, de alguna que otra gran mentira. Pero sobre todo un año de amigos y buenos recuerdos. De Nosotros.

Dos mil siete. Un buen año

lunes, diciembre 17, 2007

La politica, la estadistica, las elecciones y otros males evitables



Precampaña electoral. Comentaba con un amigo que esto de la estadística es la cuarta mayor mentira de la humanidad. Bueno, en realidad, después de un par de tragos, convenimos que más bien se trata de la tercera. Como dijo Borges, la Democracia no es sino un abuso de la estadística.

Quedan aún algunos meses para las elecciones generales y a estas alturas, uno empieza a sentirse un poco como aquel paleto granjero de El Gran Carnaval. Atrapado en el oscuro agujero de mis problemas diarios mientras espero inútilmente las soluciones de unos políticos más preocupados de sacar provecho electoral con ello, montando el circo fuera, que de encontrar las soluciones que necesito. Grande Wilder.

Esto de las precampañas agota a cualquiera. Hace un par de días tuvimos que aguantar a todo un señor ministro de Economía de la octava potencia mundial, insinuar que la culpa de la inflación la tenían las propinas tan altas que dejamos en los bares y la no asimilación del valor real del euro. No contento con ello, nos incito a todos a comer conejo por Navidad. Vale sí, como fantasía erótica no está mal. Pero como alternativa culinaria a unos chuletones de buey, unos capones, un cordero lechal o como mínimo un buen pavo...

Lo peor, esto lo cuenta un ministro con un más que conocido gusto por la alta cocina y con un sueldo lo suficientemente alto como para no tener que comer conejo en su vida. Un poco como aquella ministra de los minipisos de 40 metros y el despacho con 70, o aquel Presidente Autonómico que fomentaba la enseñanza pública de calidad, mientras llevaba a sus hijos a exclusivos y carisisisísimos colegios trilingües privados. Un disparate oigan.

La inflación galopando como Seabescuit por la pradera, la vivienda inaccesible, los sueldos estancados, las diferencias regionales aumentando y los estudiantes cada vez más ignorantes.

Nuestro sistema educativo esta a la cola europea y nuestros políticos no son capaces de dejar atrás sus diferencias y sentarse a negociar un gran pacto por la educación. Un poco como con todo lo que pasa por estas fechas, cada uno, nos presenta un origen del problema (los otros) y su acertada solución (ellos mismos). Mientras, se sucedan una tras otra estériles legislaturas. Lo dicho solo en el agujero.

Para que nadie me acuse de no hacer crítica constructiva y pagar mis múltiples frustraciones personales con los políticos, he estado toda la tarde dándole vueltas a la idea de cómo mejorar el sistema electoral. Me ha costado muchísimo, pero tras veinte minutos de ojear los videos electorales de los diferentes partidos se me ha ocurrido algo bastante más democrático y sano.

Combate a muerte con cerbatana amazónica. Por supuesto con los dardos bien empapaditos en Curare.

Pese a lo que pueda pensarse, se trata de un método mucho menos violento que el actual. Las televisiones no tendrían que pelearse por ver quien organiza el debate electoral, la campaña se reducirá a tan solo unos días de preparativos físicos y los ingresos por publicidad conseguirían lo que nunca antes se ha visto: Que las elecciones además de tiempo, no nos cuesten también dinero.

Al principio pensé en usar hierros candentes, (en claro homenaje a Bambino) pero ante el riesgo de que, entre golpe y golpe se pusiesen a debatir y a comentarnos sus diferentes programas, caí en la cuenta de que con la cerbatana tendrían la boca ocupada en algo de mayor provecho. Por cierto, desde hoy mismo me comprometo a votar al que sobreviva....

domingo, diciembre 09, 2007

Los número primos, Golbach y mi cuarto de baño.

Cosas que hacer en un fin de semana bajo los efectos de alguna especie de maldición hindú de carácter gastrointestinal:

1. Contar el número exacto de baldosas que hay en mi cuarto de baño: doscientas cincuenta y siete.

2. Aprender todas las letras del ultimo disco de Nacho Vegas. Acto seguido caer en un extraño estado de depresión pos-traumática. Es el momento de asumirlo, desde que abandone el líquido amniótico todo ha ido a peor....

3. Caer en la cuenta de que es ciertamente difícil, geométricamente hablando, que el número de azulejos de mi cuarto de baño sea un numero impar y para mas inri primo.

4. Visionar Casablanca en el DVD.

"¿Ha sido un cañonazo o el corazón que me late?"

5. Si las paredes del aseo son superficies rectangulares, entonces, el número de azulejos de cada una de ellas es el resultado de multiplicar el numero de baldosas de la horizontal por el de la vertical.

6. Retomar el visionado de Casablanca.

-No olvide que le estoy apuntando derecho al corazón.
-Ese es mi punto menos vulnerable.....


7. Visionar Valiant (El Palomo Mensajero) en el DVD.

8. Los números primos solo son divisibles por si mismo y por la unidad. Por tanto no pueden comprender una superficie rectangular.

9. Lanzar el dvd por la ventana..

10. Cenar pechuga de palomo pollo.

11. Beber aquarius. ¿Cuantas baldosas se podrían comprar con los treinta mil euros que Coca Cola-Company pago al bueno de Justo Gallego en concepto de derechos de imagen por el anuncio que se rodó en la catedral que construye el solito en Mejorada del Campo? ¿Seria un número Primo?.

12. Clasificar las participaciones de lotería para así saber que cantidad exacta juego en cada número.

13. Atormentarme pensando como voy a gastar tanto dinero si no consigo curarme. Y tengo que pasar el resto de mis día a treinta segundos del aseo más próximo.

14. Si el número total de baldosas es igual a la suma de las baldosas de cada una de las superficies que delimitan el cuarto de baño, y teniendo en cuenta la "Conjetura de Golbach"; las hipótesis planteadas por Fermat; o los estudios de Descartes; está bastante claro que un número primo no puede se descompuesto en la suma de varios números no primos.

14. Ir temprano a la cama.

15. ¿Es mi cuarto de baño una singularidad espacio-temporal capaz de hacer temblar los cimientos de la cuántica universal?.

16. Volver a la cama.

viernes, diciembre 07, 2007

martes, diciembre 04, 2007

Gone with the wind



Miro el reloj. Son las ocho menos cuarto de la tarde. Como si se tratase de un corte de digestión a 200 metros bajo el nivel del mar y con la escafandra puesta, aparece en el pasillo mi jefe. De su mano, lo que parecen ser tres nuevos expedientes con una muy posible tramitación urgente.

Miro mi escritorio. Quedan catorce segundos para que llegue hasta donde yo estoy. Hace al menos tres días que no recuerdo el verdadero color de mi mesa. Papeles. Cientos de expedientes en curso de tramitación, quizás miles, sepultan lo que en su tiempo fue un bonito tablero de "conglomerado símil madera noble con acabado mate". En estos meses trabajando en la notaría he construido auténticos bloques de muertorros de mas de siete plantas. Si aquello fuera linea de costa hasta el mismísimo Ayuntamiento de Marbella me hubiese denegado la licencia de obras. Por hacer un símil cinematográfico, buscar algo en mi mesa es sentirse un poco como la fascinante Escarlata O´hara, abriéndose paso entre los cientos de soldados moribundos en la estación de Atlanta.

Debo actuar rápido

Descarto el uso de la trituradora de papel. ¡¿Tres mil folios por minuto?! ¿Quien necesita destruir tal cantidad de documentos en tan poco tiempo? Maldigo una vez más a aquel simpático comercial de material de oficina que me tomo por loco. No hay tiempo que perder. Comienzo a apilar expedientes como si de fichas de tamgram se tratasen en los lugares menos visibles de la notaria. La mesa de los compañeros que están de baja psicológica es un buen lugar para empezar. Pronto la cantidad de papeles en aquellas mesas, tantos meses inactivas, empieza a parecer sospechosa.

De repente una gota de sudor frió resbala sobre mi frente. El estrés se vuelve insoportable. Es entonces cuando mi ELLO comienza a tomar el control. Primero acaba con todo rastro de moral adquirida en mi SUPERYO  y más tarde comienza a engañar a mi YO con una alucinación que hasta el más ducho psicoanalista hubiese catalogado como de origen psicotrópico...

El colapso.

Sí. La melodía del TETRIS es lo que resuena en mi cabeza. Cierro mis ojos; los abro; vuelvo a cerrarlos y acabo por abrirlos definitivamente, esperando ilusamente algún tipo de efecto beneficioso. Pura medicina tradicional. Estoy en medio de la Plaza Roja de Moscú. A mi espalda, en el lugar donde hace un par de minutos yacían impávidas las fotocopiadoras Konika, se elevan majestuosas las sorprendentes cupulas del Kremlim. Desde un lugar indeterminado del cielo, cientos de expedientes agrupados en originales combinaciones de cuatro cuadraditos caen de una extraña plataforma, arrojadas por una lejana silueta de la que solo alcanzo a reconocer el clásico sombrero capitalista del tío Sam y los rasgos faciales de mi jefe.

A mi derecha , el bueno mi compañero Adolfo ha sido suplantado misteriosamente por el camarada Trotski que ataviado con un abrigo largo de paño gris y el típico gorro ruso que solo sienta bien a las modelos de Victoria´s Secrets, baila sin descanso con los brazos cruzados y las rodillas flexionadas. Toda la sala comienza a llenarse de bloques de papel que por más que me esfuerzo no consigo apilar en ordenadísimas filas de a uno. Lo peor: un extraño reloj gigante indica una cuenta atrás. Inexplicablemente en donde debería de poner Seiko alguien escribió Finikito.
Empiezo a temer lo peor. Las palabras Siberia y Gulag son lo ultimo que recuerdo antes de ....

(....)

Algunas horas más tarde, a salvo en mi casa, me pongo a pensar en aquel pobre muchacho que en su día quiso estudiar historia del arte. Quizás, a día de hoy, tras analizar las razones que fríamente me llevaron a estudiar empresariales hubiese acabado aquel lejano dialogo interior, con la famosa frase de Clarke Gable:

Francamente querida, me importa un bledo!