Pasó hace muchos años. Unos amigos de la familia invitaron a mis padres a cenar para contarles acerca de su reciente viaje a Polonia.
Recordad esto que os voy a decir (puede que algún día os salve la vida): Cuando alguien os invite a cenar a la vuelta de sus vacaciones, jamás de los jamases vayáis a su casa. Quedad en un restaurante o, sino es posible, llevároslos a vuestra casa, pero eso si, con el suficiente tiempo de antelación como para hacer desaparecer del hogar, cualquier tipo de herramienta de reproducción de archivos multimedia de cualquiera de las especies conocidas. (Dvds, videos, ordenadores, ipods-video, marcos digitales y, llegados el caso, hasta el porterillo de la puerta, si es uno de esos que llevan incorporado pantalla).
Tras 3 horas y media de, y cito textualmente: “El video familiar más dolorosamente insufrible e irremediablemente prescindible de la historia", mis castigados padres regresaron a casa. Al menos no venían solos, les acompañaba una botella de un preciado Vodka Polaco.
Todos los países de "clima poco practicable", tienen devoción por la elaboración de bebidas espirituosas de cierta calidad. En Escocia e Irlanda le dan al Whisky. En Polonia el objeto del deseo etílico, es un vodka de extraordinarias cualidades y prestigio en todo el mundo.
Mi padre no suele beber mucho, pero puestos a tomar unos tragos, el vodka con naranja es su preferido y aquella botella tenia un aspecto magnífico. Así que, entre los dos decidimos que la guardaríamos para emborracharnos juntos en algún acontecimiento especial. Más tarde y ante el peligro de que la botella pudiese desaparecer en algún descuido, decidí oficializar el citado acontecimiento especial:
"Padre, que he pensado yo, tu hijo, que la botella podríamos tomarla cuando el día de mañana me comprometa con mi novia. Imaginate a los dos sentados en el salón, allí, uno al lado del otro, contando viejas historias y lo mejor de todo, cogiendo una buena cogorza patrocinada por tan carismático país europeo”
A primera vista parecía un buen plan. Un plan fantástico. Teníamos la botella, teníamos el salón y hasta nos teníamos el uno al otro. Pero efectivamente, pasaba el tiempo y la confianza de mi progenitor, en que llegue el día en que alguna mozuela cometiese el que seria el error más grande de su vida, disminuía hasta casi desaparecer.
Cambio de planes:
“Padre, que he pensado yo, tu hijo, que la botella podríamos tomarla juntos cuando el día de mañana termine mi carrera. Imaginate a los dos sentados en el salón, allí, uno al lado del otro, contando viejas historias y lo mejor de todo, cogiendo una buena cogorza patrocinada por tan carismático país europeo”.
Este plan a primera vista parecía mucho más viable que el anterior. Teníamos la botella, teníamos el salón y hasta nos teníamos el uno al otro. Además, casi había sacado la carrera a curso por año y ya tan solo me faltaban 2 asignaturas para terminar. Pobre de mi, pensaba que en la convocatoria de diciembre de 2005, todo habría acabado.
Me imagine muchas veces el momento: Sentado; con el vaso bien cargado de buen vodka polaco; conversando con mi padre; mirandolo con ese brillo en los ojos tan especial que solo las lagrimas de nostalgia saben dar, mientras avivo el fuego de la chimenea con las cientos de toneladas de apuntes que inundaban mi cuarto. Me imaginaba también a mi Padre: Sentado; con el vaso bien cargado de buen vodka polaco; conversando con su hijo; mirandome con ese brillo en los ojos tan especial que solo las lagrimas de alegría saben dar, mientras aviva el fuego de la chimenea con las facturas que todos los meses durante 7 años, le reemitían del banco para pagar mis gastos de universidad….
Os confieso un secreto: pensaba tanto en aquel bendito momento que hasta le puse música. Si aquel día llegaba no me permitiría que aquello sucediese sin el Canon en Re Mayor de Pachelbel escuchandose de fondo. Pienso que ocasiones así solo pueden sonar de ese modo.
No entrare en detalles, solo diré que aquello debió de ocurrir en 2005, año impar, tan impar o más que el 2007 en el que ahora nos encontramos. Nuestra numeración divide los años en pares e impares. En efecto, antes de cada impar, viene un par…
El 17 de marzo de 2006, el Fc. Barcelona, mi equipo, ganó en París la Champions League. Era la segunda copa de Europa de su historia. Catorce años separaban el gol de Belletti, fruto del trabajo y esfuerzo de todo un equipo del de aquel magnífico zurdazo de Koeman en el descuento, desde más de 30 metros. Yo era joven aún, pero recuerdo perfectamente como andaban las cosas en mi casa en 1992….
Volvamos a 2006. Volvamos a Paris. El Barca era mucho mejor equipo que el Arsenal, sin embargo un gol inesperado de los ingleses nos puso las cosas muy cuesta arriba. Fue un partido muy tenso, pero cuando el árbitro pitó el final tras los noventa minutos reglamentarios, éramos campeones.
Mi padre se levanto y entre lagrimas grito algo que no olvidare:
" ¡La ruina, 14 años!".
Para cualquiera que estuviese escuchando, aquello carecia de sentido. Para el niño de 10 años que celebraba aquella primera copa de europa del 92, ajeno a los problemas economicos que asfixiaban a su familia tambien carecia de sentido.
Para la persona que durante años lo dio todo por su familia para que jamas les faltase de nada; para el hombre arruinado que jamas se escondio y lucho día a día por levantar la situación y pagar cada una de sus facturas, para aquel aficionado cule que en el 92 celebró la victoria timidamente, consciente de que a la mañana siguiente sus deudas seguirian ahí; para mi padre y para mi, esos "14 años" si que tenian sentido. Tenian todo el sentido del mundo y no, no hizo falta comenzar ninguna frase con el ya conocido: "Padre, que he pensado yo, Tu hijo...", bastó con la mirada en la que concluyo aquel largo abrazo.
Sí, dimos buena cuenta de la botella, contamos viejas historias y hasta puede que nos emborrachasemos. Y pese a lo que podais pensar, allí no celebrabamos la llegada de una nuera, el fin de una licenciatura ni la victoria de un equipo de futbol. Cuando pasa el tiempo las cosas solo pueden ir de dos maneras:mejor o peor. El vodka nos supo a gloria.
Nota añadida: más que un post esta entrada parece un culebron, como premio a la fidelidad de los que tuvisteis la paciencia de llegar hasta aqui o dejo un video buenisimo sobre el Canon de Pachelbel. Os aseguro que no tiene desperdicio:
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